lunes, 19 de mayo de 2008

Apuntes para la planificación socialista (Parte I)

Yasmín Chaurán


De dónde partimos
En el actual mundo globalizado capitalista, la producción está definida por las «necesidades» creadas por el mercado y no por las necesidades existentes en la sociedad. Es la Ley de la Oferta y la Demanda la que explica las fluctuaciones de los precios en el mercado capitalista, aspecto que es determinante en el actual esquema de producción.

Este modelo, que rige el funcionamiento de las empresas, fábricas e industrias, incluidas las de propiedad estatal, está fundamentado en la acumulación de capital en pocas manos, en detrimento de una gran masa de trabajadoras explotadas y trabajadores explotados, quienes sólo reciben un salario como contraprestación del trabajo realizado por jornada laboral.

Esto es lo que se conoce como venta de la fuerza de trabajo (física e intelectual), lo que ha convertido al pueblo trabajador en una mercancía más que el capital compra (al precio del mercado) para generar producción y con ello riqueza material, garantizando que lo que recibe en salario, la trabajadora o trabajador, sólo le alcance para medio vivir, perpetuando así su dependencia de la explotación capitalista, es decir, del trabajo enajenado.

Cabe destacar la disciplinada aplicación de la Ley fundamental del capitalismo: la generación de plusvalía o apropiación ilegítima del trabajo social por parte del o la capitalista, pues el salario recibido por quien produce está muy por debajo del valor de lo producido. Ante esta realidad, los pueblos del mundo padecen de las más elementales necesidades, sin posibilidad de ser satisfechas en un sistema político-económico depredador e implacable.

En el capitalismo, la planificación se basa en datos y cifras metálicas proporcionadas por empresas que se lucran de los elevados niveles de miseria mundial, de manera que para nada importa en esta «actividad técnica de planificación», las millones de personas que padecen de hambre y enfermedades, pues ellas no son potenciales clientes, son a lo sumo (si poseen una salud media), una potencial y numerosa mano de obra barata, lo que han denominado el ejército de reserva para el capital.

Vista así, este tipo de planificación no requiere mayor participación y discusión que la de las socias o socios capitalistas, en un lugar lujoso y cerrado, sin ningún compromiso social, a escondidas del pueblo que produce, pues se trata de la planificación de la casta capitalista para sí misma, establecida al sonido de la copas y con el sabor de la opulencia.


Hacia dónde tenemos el deber histórico de ir
No puede haber revolución verdadera si se mantienen los aberrantes privilegios en un sector de la sociedad en detrimento de la inmensa mayoría del pueblo.

La revolución plantea la superación del modo de producción capitalista y sobre su base construir uno nuevo, de carácter socialista. Para esto se hace impostergable debatir, definir y decidir sobre los aspectos que lo definen:

1. El carácter de la propiedad de los medios de producción.
2. Las relaciones sociales de producción.
3. La división social u organización del trabajo.
4. El desarrollo de las fuerzas productivas.
5. El carácter de la distribución de la producción.

En la próxima entrega, abordaremos los cinco aspectos mencionados.

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