lunes, 19 de mayo de 2008

Comunicado del Frente de Trabajadoras y Trabajadores Socialistas Intevep

«¡No podemos fallarle al mundo!
De lo que pase en Venezuela,
del éxito de nuestra Revolución
puede depender, en el futuro,
la salvación de este planeta.»
Hugo Chávez Frías

Nuestra sociedad se encuentra en un proceso de transformación radical, donde la búsqueda del hombre y la mujer nueva es un tránsito constante de nosotros mismos y de nuestro colectivo. En este proceso se deben dejar de lado lemas culturales de un sistema egoísta y se debe asumir la formación ideológica, la autocrítica y la creación plural como medios para lograr arrancar de nuestras conciencias el modo de pensar y actuar impuestos por el sistema capitalista.

El sistema capitalista ha generado la exclusión de los diversos pueblos que conformamos, y la alienación producto de esta dominación, funge como el lente que nos venden para mirar la vida, el mismo que hace invisible a las minorías, desdeña a los oprimidos e interpreta la historia con argumentos a favor de la acumulación de bienes por parte de unos pocos, a la par que genera un mundo lleno de desigualdades y extrema pobreza para la mayoría.

El rol asignado en la cadena de producción internacional por parte del imperialismo a los países más humildes de América y a otros tantos países del mundo ha sido el de aportar materias primas y mano de obra barata. Por medio de gobiernos cipayos, la dependencia tecnológica de América se ha robustecido, enmarcada en una forma de «desarrollo» que el occidente ha impuesto al mundo entero. Paradójicamente, las naciones llamadas «pobres» o en «vías de desarrollo» sustentan las finanzas de los grandes monopolios, los cuales organizan las economías débiles endeudándolas o utilizando a sus pueblos como grandes consumidores sin destino, enajenados en un encantamiento infinito que sólo satisface la superproducción de los países dominantes. Esto ha impedido que los pueblos americanos atiendan con autodeterminación los temas económicos, políticos y sociales, lo que ha llevado al hundimiento de América Latina en una ignorancia sistémica, heredada generación tras generación, además ha llegado a ser aceptada por muchos como un hecho «natural» en términos del desarrollo de las sociedades y del mundo.

En este contexto internacional Venezuela ocupaba un lugar especial como uno de los mayores productores de hidrocarburos en la región, lo que no redundaba en la generación de una sociedad con altos índices de calidad de vida para todos, sino por el contrario, generaba y fortalecía cada vez más una burguesía nacional e internacional que usufructuaba los beneficios de la renta petrolera al margen del resto de la sociedad venezolana, generando una brecha de clases cada vez más irreconciliable. Esta descomposición social se venía profundizando con la puesta en marcha de las políticas económicas neoliberales emanadas de entes multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros.

Durante décadas, la riqueza de los hidrocarburos fue saqueada por las empresas transnacionales y luego de la nacionalización petrolera en el año 1975 éstos intereses buscaron en todo momento que el Estado Venezolano se subordinase a ellos para continuar con la expoliación de nuestro pueblo, al punto de premeditar y diseñar un plan para tomar el control absoluto de nuestro principal recurso (el petróleo) y que se materializaría en la privatización de PDVSA. La nueva política petrolera del Estado venezolano para el año 1998 no les permitió lograr este objetivo, por lo cual, una cúpula tecnócrata de PDVSA, a espaldas de nuestro pueblo y en sintonía con el capital transnacional, terminó desenmascarándose al apoyar el Golpe de Estado de abril de 2002 y meses más tarde, el mismo año, al organizar el paro y sabotaje petrolero, de diciembre 2002 a marzo 2003, el cual evidenció que nuestra principal industria actuaba como un «Estado» dentro del Estado.

Hoy, nuestra Latinoamérica está viviendo un proceso de cambios impulsados por fuerzas progresistas hacia el desarrollo de una sociedad más justa, en contraposición al sistema imperante a escala mundial: el capitalismo. Esta evolución no ocurre al mismo ritmo en todos los países de la región, siendo Venezuela el principal motor de ese empuje con una dirección enmarcada dentro del Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2021.

Ante este panorama, se convierte en una necesidad imperiosa que la PDVSA, recuperada por los obreros y obreras y demás trabajadores y trabajadoras comprometidos con la construcción del nuevo Estado venezolano, sea transformada para ponerla al servicio de la creación de un estado socialista. En este sentido, la construcción de la Nueva PDVSA estaría enmarcada en las siete líneas estratégicas del mencionado Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2021 las cuales son:

1. Nueva Ética Socialista
2. Modelo Productivo Socialista, Economía Socialista.
3. Democracia Protagónica Revolucionaria. El Poder del Pueblo como Máximo Poder.
4. Suprema Felicidad Social.
5. Nueva Geopolítica Nacional (en las ciudades, en el campo, desarrollo ferrocarrilero, desarrollo interno).
6. Nueva Geopolítica Internacional, Mundo Pluri-polar.
7. Venezuela Potencia Energética Mundial.

Y precisamente dentro de estos ejes de acción, en esta nueva etapa, el gobierno bolivariano ha ejecutado cambios en PDVSA, los cuales profundizan el desmontaje de la Apertura Petrolera heredada de la tecnocracia golpista.

Los hechos recientes permiten notar los avances alcanzados y uno de los actos más notorios de recuperación de nuestra soberanía ha sido la extinción de los 32 convenios operativos ligados a las áreas tradicionales de Exploración y Producción, que fueron entregados al capital petrolero transnacional, y su migración a Empresas Mixtas, bajo el control de PDVSA y del Estado venezolano.

Hechos aun más recientes tienen que ver con la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco. Estos yacimientos, que estuvieron durante años en la oscuridad bajo la deshonrosa etiqueta de «faja bituminosa», ahora están bajo el control del Estado, junto con las mejoradoras de crudo asociadas a ellos, es decir, que los Convenios de Asociación de la Faja (Ameriven, Sincor, Cerro Negro y Petrozuata) migran a Expresas Mixtas. Hay que añadir a esta nueva nacionalización la migración de la operadora Sinoven S.A., así como también los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas (Golfo de Paria Oeste, Golfo de Paria Este y la Ceiba).

En este sentido, estamos hablando del control total por parte del Estado de nuestro principal recurso energético en abierta confrontación con los intereses más mezquinos del imperialismo, ya que este recurso cobra cada vez más importancia en la geopolítica mundial debido a la crisis energética que atraviesa el planeta. Nunca antes gobierno alguno había golpeado tanto los intereses imperialistas, sin embargo, mas allá de que este hecho represente un orgullo para la trabajadora y el trabajador petrolero, representa una altísima responsabilidad para nuestro Pueblo, ya que nuestro proceso político representa una esperanza para otras latitudes.

Sobre la base de lo antes descrito, se hace pertinente que la participación de las trabajadoras y trabajadores petroleros se dirija hacia la modificación radical de nuestras conciencias, lo que no sólo implica hacer las reflexiones teóricas pertinentes, sino también, la búsqueda de la transformación de las estructuras que reproducen la ideología capitalista.

Entendiendo la importancia del papel que jugamos dentro del proceso productivo de nuestra industria y por ende de nuestro país, tomemos entonces el trabajo como un aporte social a la creación de esta nueva sociedad en construcción, dejando a un lado la sujeción individualista a la que hemos sido sometidos por el sistema capitalista. De este modo, se daría un importante salto hacia el carácter humano de la vida en sociedad, hacia el socialismo.

De aquí, de estas palabras, de este encuentro, hay que decir que la constante en estos momentos debe ser el debate, debe ser la discusión.

De aquí habría que añadir, que la constante es la reflexión permanente.

De aquí hay que decir, que la crítica y autocrítica deben ser también una constante.

De aquí, sólo quedaría decir que la elevación de propuestas y la construcción en colectivo es una necesidad.

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